lunes, 28 de septiembre de 2009

<~~José Martí~~>


No hay odio de razas, porque no hay razas. Los pensadores canijos, los pensadores de lámparas, enhebran y recalientan las razas de librería(45), que el viajero justo y el observador cordial buscan en vano en la justicia de la Naturaleza, donde resalta en el amor victorioso y el apetito turbulento, la identidad universal del hombre. El alma emana, igual y eterna, de los cuerpos diversos en forma y en color. Peca contra la Humanidad el que fomente y propague la oposición y el odio de las razas.

Nacido en 1953...hasta el 1995

Nació en la Habana, de padre valenciano, militar de modestos recursos económicos, y de madre canaria. En 1865 ingresó en la escuela municipal que dirigía el poeta y publicista Rafael María de Mendive, quien, consciente de las notables actitudes mentales del muchacho, se hizo cargo personalmente de su educación. Desde edad temprana mostró Martí si inquietud cívica y su simpatía por las ideas revolucionarias que hervían entre los cubanos. El Grito de Yara lanzado por Carlos Manuel de Céspedes en 1868, que diera inicio a la Guerra de los Diez Años, y el encarcelamiento y, luego, la deportación del maestro Mendive, sólo lograron cristalizar la actitud de rebeldía de Martí contra la dominación española.

Ya en 1869 publica una hoja impresa separatista, El Diablo Cojuelo, y el primer y único número de una revista, La Patria Libre, en la que inserta su poema "Abdala". En su periódico manuscrito El Siboney, de ese mismo año, inserta su soneto patriótico "10 de Octubre". A los 17 años se le procesa por la redacción de una carta en la que expresa conceptos revolucionarios y se le condena a seis años de presidio. En las canteras de la Habana sufre trabajos forzados hasta que, en 1871, con la salud quebrantada, se le concede un indulto y se le deporta a España. Allí publica el mismo año su primer trabajo de importancia, El Presidio Político en Cuba, en que pinta descarnadamente los horrores del mismo y en que ya se pone de manifiesto el idealismo y el vigoroso estilo del autor.

En Madrid se dedica a serios estudios y comienza a cursar la carrera de derecho en la Universidad Central. En 1874, tras largas privaciones, obtiene su doctorado en leyes y en filosofía y letras de la Universidad de Zaragoza. De sus años en España brotan el respeto y el amor por la España de siempre, en contraposición a su antagonismo hacia la política y los errores coloniales de la metrópoli, que jamás habría de abandonar Martí. Su trabajo La República Española ante la Revolución Cubana (1873) es obra de crítica seria con que más que nada apela a la inteligencia y al espíritu justiciero de los españoles para que reconocieran su errores en cuanto a Cuba.

Entre 1874 y 1877 viaja Martí por Europa y América. En México reside durante casi dos años, haciendo labor de periodismo y de enseñanza. Allí se casa con una cubana, Carmen Sayas Bazán y, en 1878, regresa a Cuba a raíz del Pacto del Zanjón, el cual pone término a la Guerra de los Diez Años; pero parte al destierro de nuevo ante las sospechas que infunden a la autoridades sus actividades revolucionarias. Deportado a Santander, pasa a París, y en 1880 llega a Nuevo York.

Allí, con excepción de breves estancias en Venezuela, donde funda la Revista Venezolana, y de varios viajes breves de otros países de América, fija su residencia y se dedica de lleno a actividades políticas y literarias. Colabora, en inglés, como crítico de arte en diarios neoyorkinos; los mejores periódicos de América se disputan sus labores de corresponsal; y los gobiernos del Uruguay, de la Argentina y del Paraguay lo nombran su cónsul en Nueva York. Mientras tanto, mantiene su incansable correspondencia privada con intelectuales y personalidades del mundo entero y se activa cada vez más en la organización de un nuevo proceso revolucionario en Cuba.

En 1884 se entrevista con Antonio Maceo y Máximo Gómez, y en 1892 sienta las bases del partido revolucionario cubano y funda la revista Patria, órgano del separatismo. Desde este momento se convierte en el principal dirigente de la lucha por la emancipación de su patria. Orador magnífico, logra limar asperezas y aunar voluntades, inspirar esperanzas en la colonia cubana del exilio y allegar fondos. En Costa Rica se entrevista de nuevo con varios de los principales jefes revolucionarios cubanos y en Santo Domingo llega a un acuerdo con el generalísimo Máximo Gómez a fin de dar comienzo al proceso de liberación a fines de 1894. Un grave contratiempo, el embargo de los buques expedicionarios por las autoridades norteamericanas, amenaza con destruir todo lo planeado; sin embargo, en enero de 1895, Martí autoriza el levantamiento en la Isla y, a pesar de que lo aconsejable era su permanencia en los E.U.A., insiste en partir para Cuba a tomar parte en el conflicto. Se encuentra en Santo Domingo con el generalísimo Gómez, y después de lanzar el Manifiesto de Montecristi, donde se exponen los propósitos de la revolución, parte para Cuba; el 11 de abril desembarca en Playitas con Gómez y un pequeño contingente, y el 19 de mayo, en un sorpresivo encuentro con tropas enemigas, cae el prócer cubano herido de muerte.

Aunque héroe máximo de los cubanos, las proyecciones del pensamiento de Martí, universales en su amplitud de criterio y su variedad de miras, lo colocan con Bolívar y San Martín a la cabeza de las figuras de América que han tenido legitima repercusión hemisférica. En su trabajo Nuestra América (1891), dejó un admirable programa de americanismo.

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